En 1992, ocurrió uno de los golpes de suerte más asombrosos —y calculados— de la historia moderna de las loterías. Pero esta no es la historia de un tipo cualquiera que eligió los números de cumpleaños de sus hijos. Esta es la historia de Stefan Mandel, un economista rumano que, a base de ingenio, matemáticas y perseverancia, desafió el sistema y ganó no una, sino cientos de veces… en una sola jugada.
Stefan Mandel no nació en la abundancia. En la Rumanía comunista de los años 80, donde la pobreza y el desempleo hacían estragos, este hombre ganaba el equivalente a unos 88 dólares al mes. La situación para muchos era desesperada, y algunos recurrían a caminos oscuros para sobrevivir. Pero Mandel, en cambio, decidió apostar por la inteligencia.
Se describía a sí mismo como un "matemático de fin de semana". Su pasión eran los números, y cada minuto libre lo dedicaba a estudiar teorías numéricas, especialmente las secuencias del gran Leonardo Fibonacci, el matemático italiano del siglo XIII. Con el tiempo, esas horas de estudio dieron fruto: Mandel desarrolló un algoritmo que, según afirmaba, podía predecir cinco de los seis números ganadores en un sorteo.
Su idea era simple pero revolucionaria: si podía reducir los millones de combinaciones posibles a un número manejable, podía comprar todos los boletos necesarios para asegurarse el premio. Y eso fue exactamente lo que hizo.
Con una fe inquebrantable en sus cálculos, reunió a un grupo de inversores que aportaron dinero para comprar miles de boletos. No se trataba de suerte; era estrategia pura. Y lo increíble es que funcionó.
En ese sorteo de 1992, Stefan Mandel no solo ganó el premio mayor de 27.036.142 dólares, sino también seis segundos premios, 132 terceros premios y 135 premios menores. Había apostado a lo imposible... y lo logró.
Pero más allá del dinero, el mayor premio de Mandel fue la libertad. Con esa fortuna, pudo huir de la opresión del régimen comunista, y junto a su esposa y sus dos hijos, comenzó una nueva vida lejos de la miseria. Se mudó a Australia, donde vivió tranquilo durante años, lejos de los focos, demostrando que, a veces, el cerebro puede ser más poderoso que la suerte.
Stefan Mandel no se conformó con esa única victoria. A lo largo de su vida, aplicó su sistema en varias ocasiones, logrando ganar la lotería 14 veces en total. Eso sí, con el tiempo, las leyes cambiaron, los sistemas se blindaron y lo que él hizo se volvió imposible de repetir. Hoy, las loterías del mundo han reforzado sus reglas para evitar que alguien vuelva a hacer lo que él hizo.
Sin embargo, la historia de Mandel sigue siendo un ejemplo fascinante de cómo la mente humana puede encontrar caminos que otros ni siquiera imaginan.